dilluns, 16 de març del 2020

Activitats 1r i 2n batxillerat

Activitats per a 2n de batx Història de la filosofia


-       Sobre J. Stuart Mill, tots els alumnes tenen el qüestionari per treballar amb la introducció que hi ha al llibre de lectura.
-       1r contestar el qüestionari
-       2n lectura text J.S.Mill L’utilitarisme (al llibre de lectura)
-       3r. Tenen el Power Point penjat al meu blog
-       4t Tenen el mapa conceptual també al blog.
-       Resumir les comparacions
Si  s’allarga:
-        1r Llegir Introducció a Nietzsche i lectura al llibre de lectura.
-       2n Tenen el Power Point sobre Nietzsche al meu blog
-       3r. Fer el mapa conceptual.
-       Resumir les comparacions


Activitats per a 1r de batx. Filosofia

-       Al blog apartat 1r batx. Tenen un enllaç al dossier sobre la pel·lícula penjat en format Calameo per anar treballant totes les activitats.

Enllaç al dossier de la pel·lícula: El señor Ibrahim i les flors de l'Alcorà

https://www.calameo.com/books/005713122033fbe2a2659-     



  Del llibre de text. Preparar un dossier per lliurar amb:

-        ¨Unitat 7                                       exercicis pàg. 149 de l’1 al 6
                                                          pàg. 155 de l’1 al 5
                                                          pàg. 160 de l’1 al 6
                                                          pàg. 163 de l’1 al 5

-        ¨Unitat 8                                         exercicis pàg. 180 de l’1 al 9
                                                                       pàg. 186 de l’1 al 8
                                                                       pàg. 189 de l’1 al 3



dilluns, 25 de setembre del 2017

Tales de Mileto





Solució


Escola
Explicació
Nivell de realitat
Explicació del canvi
Monista
Milesis:

Tales, Anaxímenes, Anaximandre
Física
Un Arkhé o principi únic,

concret (aigua, aire)

l’indeterminat (apeiron)

Dualista
Pitagòrics

Heràclit

Parmènides
Mística

Dialèctica

Metafísica
els números/ les coses

el logos/ les coses

l’ésser/ les coses


en continu devenir

no és possible
Complexa
Pluralistes:
Empèdocles

Anaxàgores

Atomistes:
Demòcrit
Leucip
Física




Física

Quatre elements

Llavors(homeomeries)


El ple(àtoms) permet infinites combinacions

odi-amor

la ment o nous



en el buit

dijous, 30 de març del 2017

Genealogía de la posverdad
La democracia liberal se asienta el reconocimiento de que la verdad suele ser elusiva y provisional. En nuestra época, para evitar confusiones, es necesario subrayar el papel central de la verdad factual
Nadie ha expresado mejor el sentido de la posverdad que el caricaturista David Sipress, quien en una viñeta publicada en The New Yorker muestra a un presentador de informativos diciendo que tras el anuncio meterológico demócrata da paso al pronóstico republicano. ¡Metereología e ideología! De esta escena hilarante parece deducirse que el sentido de la posverdad está en su sinsentido. Sin embargo, las cosas quizá no sean tan sencillas. Por eso, y a la vista de su capacidad para erosionar el debate público, conviene tomarse el fenómeno en serio. Bien podemos empezar por indagar en sus causas, ensayando una genealogía de la posverdad que nos ayude a comprenderla.
Antes, no obstante, conviene precisar el sentido de los términos en juego. Si el posfactualismo designa la pérdida del valor persuasivo de los hechos en el debate público, de manera que estos ya no serían determinantes para la configuración de las creencias privadas, la posverdad nos indica que la propia noción de verdad, y más concretamente de verdad pública, habría dejado de tener sentido. La mejor síntesis de ambos postulados se la debemos a Kelly Conway, consejera del presidente Donald Trump, quien adujo “hechos alternativos” para justificar la afirmación de que la investidura de este último había congregado a más público que la de Obama cuatro años antes.
Por supuesto, es razonable preguntarse si esto que llamamos posverdad no alude al viejo arte político de la disimulación, vestido ahora con nuevos ropajes. ¿Acaso no dejó escrito Maquiavelo que el príncipe que engaña encontrará siempre quien se deje engañar? Sin duda. Pero se diría que nuestra época ha añadido acentos nuevos a esta vieja práctica: no siendo la posverdad una novedad radical, tampoco es la mentira de siempre. Sigue una somera exposición de sus fundamentos.
La genuina novedad de este momento es la digitalización de la conversación pública
Filosofía. No sería exagerado afirmar que la pregunta por la verdad es la pregunta central de la filosofía, aunque solo sea porque de ella depende el valor de lo que la propia filosofía pueda decir. Es por ello también la pregunta más difícil y no son pocos los pensadores que han claudicado ante ella. Pilatos ya expresó burlonamente ante Jesús de Nazaret un doble escepticismo: ante la existencia de la verdad y ante la posibilidad de llegar a ella. La causa no sería otra que la presentada por Hobbes, a saber: la radical duplicidad del lenguaje. Este puede hacer que “lo bueno y lo malo, lo útil y lo inútil, lo honorable y lo deshonroso, aparezcan como mayores o menores de lo que verdaderamente son, y hacer que lo injusto parezca justo, según convenga al propósito de quien habla”. Pero habrá que esperar al siglo XX para que la problematización filosófica de la verdad termine por hacérnosla inaccesible. Foucault, Rorty, Vatimo: todos ellos ponen de manifiesto que la verdad depende casi siempre del punto de vista de quien la formula y deriva de un proceso de construcción —o imposición— social más que de su correspondencia con una realidad exterior al ser humano. No es menor aquí la influencia del último Wittgenstein, quien con sus tesis sobre la ligazón ontológica entre lenguaje y formas de vida parece anticipar las cámaras de resonancia de las comunidades digitales.
Afectividad. Quien haya visto The People vs. O.J. Simpson, la excelente serie televisiva sobre el juicio a la estrella negra de fútbol americano por el asesinato de su esposa, habrá comprendido la medida en que nuestra percepción de los hechos está mediada por las emociones: pese a los abrumadores indicios de culpabilidad, los miembros negros del jurado creyeron inocente a Simpson. Éste es quizá el hallazgo central del estudio contemporáno de la relación entre la racionalidad y afectividad humanas. Nuestra mirada sobre el mundo está teñida de afectos; es una cognición “caliente”, un razonamiento motivado que solo podemos enfriar mediante un costoso ejercicio de deliberación interior. Y por lo general, nuestro “ego totalitario”, como lo llama Anthony Greenwald, rechaza la información que desajusta su organización cognitiva: preferimos creer aquello que ya veníamos creyendo. Súmese a ello el tribalismo moral que, por razones evolutivas, nos impele a buscar cobijo en el grupo propio y sus verdades, rechazando de plano las ofertas de sentido rivales. Resulta de aquí que el contenido de nuestras creencias importará menos que los sentimientos que experimentamos abrazándolas: la verdad no es más que un coste que no deseamos pagar.
El “ego totalitario” rechaza la información que desajusta su organización cognitiva
Tecnología. Cuando hablamos de posverdad, nos referimos sobre todo al proceso de búsqueda de la verdad en la esfera pública y a su impacto sobre las creencias privadas de los ciudadanos. Es aquí donde reside la genuina novedad sin la que no cabe explicar el auge de la posverdad: la digitalización de la conversación pública. Se ha dicho que las redes aíslan a los individuos en silos donde solo se comunican con quienes ya piensan como ellos, compartiendo noticias que ratifican sus creencias; en el interior de esas comunidades digitales, además, nos sentimos empujados al acuerdo. Cass Sunstein lo tiene claro: “Las redes sociales pueden operar como máquinas polarizadoras, porque ayudan a confirmar y por tanto amplificar los puntos de vista preexistentes”. Habríamos pasado así de los grandes medios moderadores a una fragmentación caótica. Fake news, rumores, teorías conspirativas: flores venenosas de la primavera digital. Pero a ello han contribuido también los medios tradicionales, ya sea por echar mano del tremendismo o por incurrir en un exceso de neutralidad. El resultado es la libre circulación del bullshit, que Harry Frankfurt definió como una retórica persuasiva que se desentiende de la verdad.
¡Todo resuelto! O más bien no. Porque la democracia liberal no se asienta sobre la idea de que exista una verdad indisputable que podamos fijar tras un infalible proceso de deliberación pública, sino sobre el reconocimiento de que la verdad suele ser elusiva y provisional. Las democracias son escépticas, aunque al tiempo confíen en su probada capacidad para acumular conocimiento histórico y científico. Así las cosas, la única solución es distinguir entre diferentes tipos de verdad, subrayando como hace Arendt el papel central de la verdad factual. Sin esta, el debate sobre las verdades morales carecería de anclaje; por eso urge encontrar medios para protegerla. Pero atención: aunque estas últimas no pueden desentenderse de los hechos, ellas mismas son menos descubiertas objetivamente que construidas intersubjetivamente. No podemos determinar cuánta desigualdad es socialmente aceptable sin tener en la mano los datos sobre la desigualdad, por ejemplo, pero los puros datos no nos darán una respuesta. Y para eso, precisamente, sirve la democracia.
Manuel Arias Maldonado es profesor titular de Ciencia Política en la Universidad de Málaga.


Nietzsche

PHILOSOPHY - Nietzsche

Filosofia de Nietzsche (Català)

dimecres, 25 de maig del 2016

http://barcelones.com/cultura/fina-birules-aceptar-ser-una-excepcion-implica-aceptar-la-regla/2014/09/

dijous, 5 de novembre del 2015

"Ne travaillez jamais"

Cada vegada que escric treball, els correctors d’aquest diari canvien la paraula i hi posen feina. He de dir, honestament, que és gairebé l’única paraula que em toquen. I que segur que tenen raó quan ho fan... Només cal recordar l’advertència del diccionari Coromines: “És un greu crim de lesa catalanitat usar-lo [el mot treball ] en lloc de feina ”. Però més enllà de les disputes filològiques, hi ha una frase que no em puc estar de comentar, encaixi o no en el bon ús dels termes: “Tinc tanta feina que no tinc temps de treballar”.
Quantes vegades no ho hem sentit dins nostre? Si no hagués de treballar, és a dir, de guanyar-me la vida fent una activitat inútil que només m’assegura subsistir per seguir fent aquesta mateixa activitat inútil, quantes coses podria fer! Aquest és el drama que allunya la feina del treball i la vida de la vida laboral. És a dir, l’operació que captura en l’obtenció del salari (si és que encara se’n pot dir així) tota l’activitat que una vida té per desplegar. ¿Ens ho imaginem per un moment? I no cal imaginar, només, viatges i situacions estrambòtiques. Tindríem temps per aprendre tot allò que no hem pogut descobrir encara, temps per cuidar, temps per estar amb la gent que mereix la nostra atenció, temps per fer les gestions dels avis, amics o veïns que no saben fer-les, temps per escoltar, temps per callar, temps per refer-nos de les nostres tristors o malalties, temps per cuinar, temps per lluitar, temps per educar, temps per estimar. Però tots treballem, i massa, o busquem feina i no tenim esma per a res més. La vida és vida laboral, tinguem feina o no.
Contra la laboralització de la vida, moviments teòrics i pràctics com l’economia feminista i el decreixement plantegen avui els límits d’una vida vivible. Contra els moviments que havien fet de la integració de tots, homes, dones i nens, en el règim laboral la base dels drets socials i ciutadans, el desafiament és avui pensar i fer possible una vida deslaboritzada (cada cop complico més la feina dels correctors), és a dir, alliberada del règim del treball. Aquests moviments connecten i actualitzen amb la gran onada de refús del treball que va caracteritzar les joventuts europees dels anys 60 i 70 del segle passat. “ Ne travaillez jamais ”, pintaven els francesos a les parets. I arreu d’Europa, també aquí, els joves van abandonar les fàbriques. Ara desitjaríem que hi tornin a entrar, si és que algun inversor estranger n’obre alguna. No caiguem en la temptació. Tenim massa coses a fer, a crear, a produir, a inventar, a compartir i a viure. Els joves ho saben, i per això fan veure que no volen fer res. Ni... ni... El que no volen és acabar buits com els seus pares. Ajudem-los, ajudem-nos. Hi ha molta feina a fer.

Marina Garcés, El treball i la feina, Ara 10/10/2015

dilluns, 12 d’octubre del 2015

Las palabras hieren


Mary Beard se ha convertido en una luchadora contra un sistema ante el que nos sentimos desarmadas


ELVIRA LINDO 10 OCT 2015 

La profesora y presentadora de televisión Mary Beard. 

El caso de Mary Beard es paradigmático. Lo seguí hace un año, cuando varios medios, The New Yorker, The Guardian o la BBC se hicieron eco de una conferencia que esta prestigiosa investigadora del mundo clásico, profesora de Cambridge, colaboradora del TLS e infatigable divulgadora de la vida en la Antigua Roma, impartió en el British Museum. Tenía por título Oh Do Shut Up Dear (Venga, cállate, querida) y en ella la autora hacía un prolijo recorrido a través de la historia de cómo los hombres han tratado de callar la voz de las mujeres. De la Odisea a su propia experiencia, porque Mary Beard, una señora de 60 años que lleva casi toda su vida estudiando detalles sorprendentes sobre las sociedades antiguas, se convirtió de pronto en una celebridad televisiva a través de Meet the Romans, un programa divulgativo que le enseñó con sangre cómo nuestra naturaleza no es menos agresiva que la de aquellos viejos imperios que hoy tenemos por más crueles. Su programa provocó un aluvión de críticas insoportable. Lo extraordinario es que esas críticas no se referían al contenido en sí sino a su aspecto físico. Nuestra profesora tiene un aire no diferente al de muchas eruditas entregadas desde su tierna juventud a los asuntos intelectuales: luce una alocada melena blanca, sus dientes son llamativos por su irregularidad, se permite detalles excéntricos en el calzado o las gafas, y, lo que ha resultado más indignante para algunos, muestra un impactante aplomo en su lenguaje corporal. A ella le importa un pimiento no ser bella, pero no así a algunos críticos televisivos que, ignorando las enseñanzas que generosamente pretende difundir, se dedicaron desde el principio a describir la vestimenta poco cool de la sabia dama. Con más crudeza aún se refirió a ella la jauría tuitera, en donde los comentarios sobre su supuesta fealdad abundaron.
 “Puta apestosa. Seguro que tu vagina da asco”. Este fue uno de los interesantes tuits que la señora Beard cosechó. Lo curioso es que haciendo caso omiso de esa ley no escrita que aconseja a los personajes públicos no mirar lo que de ellos se dice en las redes, esta mujer, que se había educado en el feminismo activo de los setenta, se puso manos a la obra y decidió plantar cara a sus detractores. Alguien la ayudó a localizar al autor de tan hiriente mensaje: era un estudiante, tenía 20 añitos. Beard llamó a su madre y habló con ella. También habló con el autor de una web que colgó una foto de la investigadora con una vagina sobreimpresa en su cara. Charló con ellos y con otros tantos y publicó en su blog la crónica de estas conversaciones que, finalmente, conformaron la interesantísima pieza que leyó en el Museo Británico sobre el silencio impuesto a las mujeres en cuanto tratan de frecuentar territorios tradicionalmente masculinos.
De pronto, esta mujer hiperactiva, brillante, vehemente, se convirtió en una luchadora contra un sistema ante el que las demás nos sentimos desarmadas. El día en que una eminencia de Cambridge llamó al estudiante que la calificó de puta y habló con él y con su madre es para mí tan histórico como esos chistes de romanos, al estilo Monty Python, sobre los que la historiadora ha escrito algún jugoso ensayo. El agresivo tuitero se disculpó de corazón. Su grosería se volvió contra él porque a raíz de que Beard la hiciera pública si se introduce el nombre del estudiante en Google aparece el inolvidable insulto. Una mancha en el currículo. Ella, siempre sorprendente, ha reclamado el perdón para quien aun ofendiéndola tan crudamente mostró arrepentimiento: esas palabras, aun siendo intolerables, no pueden arruinar una vida.
Beard se ha convertido en una figura emblemática para muchas mujeres. La joven poeta Megan Beech escribió un poema, When I Grow Up I want to be Mary B. (Cuando crezca quiero ser Mary B.), que ustedes pueden encontrar recitado por su autora en YouTube. Y es que cuando algunas creían que el feminismo activo estaba muerto encontramos que hay muchos motivos para resucitarlo.
Mary B. se miró al espejo e hizo recuento de todos aquellos insultos que estaba recibiendo, “fea, gorda, vieja, puta, maloliente, desagradable, mal vestida, mal follada, machorra…”. Duelen, ¿verdad? Se podría escribir un ensayo sobre las mil maneras de ofender a una mujer. Pero una vez que nuestra heroína afrontó la dureza de los insultos comenzó a relacionarlos con una tradición que viene de antiguo: no se trata de lo que una mujer diga, sino de que hable. Y entonces decidió investigar sobre la naturaleza de quien insulta. ¿Qué pensaría usted de su marido, de su hijo, de su hermano o de su mejor amigo si se enterara de que es autor de tan repugnante prosa? Yo me sentiría desazonada. Y pasaría a explicarle lo que no aprendió de niño: que las palabras hieren.

dimarts, 14 de juliol del 2015

Filosofia de Plató

22 FEBRERO, 2012

“Google contratará a más de 4.000 humanistas en los próximos años”

POR MARCUS HURST ( @MARCUSHURST )





L

as humanidades en el siglo 21 están desprestigiadas. El pensamiento excesivamente racional apela a la necesidad de poner nuestros recursos en carreras ‘útiles’ como la ingeniería, medicina o empresariales. El cliché reduccionista de que si estudias estas materias acabarás siendo un profesor de secundaria (sin menospreciar esta noble profesión) o engordando las listas del paro se escucha en muchos hogares. Juan Luis Suárez, catedrático de la universidad deWestern Ontario, reclamó anoche en una conferencia en Media Lab Prado una reevaluación profunda de lo que significan las humanidades en este siglo. El futuro, aunque cueste verlo, es esperanzador.



Suárez no está solo en su optimismo. Ya hay empresas punteras que están encontrando valor en especialistas en filosofía, historia y literatura. “Recientemente, el vicepresidente de Google anunció que contratará a más de 4.000 personas doctoradas en humanidades en los próximos años”, anunció.

¿Qué es lo que encuentra esta compañía en las humanidades que no están viendo los demás? “Se han dado cuenta de que no pueden poner todo su esfuerzo exclusivamente en los ingenieros. Necesitan la parte social. Necesitan estudiar la empatía, la emoción y la cultura en un mundo más global”.

Pero el reclamo no es solo encontrar un trabajo en una gran empresa. También hay oportunidades para emprender y participar en proyectos que tienen impacto sobre el mundo. “El lector digital de Amazon debería haber surgido de una startup de humanistas”.

Antes de que ocurra este cambio, Suárez piensa que hace falta ser autocríticos con los académicos. “No hemos sabido transmitir nuestro valor para la sociedad en los años recientes. Hemos vivido en una torre de marfil con un exceso de teoría y poca búsqueda de la utilidad”.

El nuevo perfil de humanista tiene que tener más conocimientos de programación, estar más dispuesto a colaborar y experimentar con herramientas digitales. Ser capaz de trabajar con datos. Tener habilidades para recabar información cultural y saber hilarlos. “Tenemos que ser flexibles. No has llegado a los 30 ¿y no eres capaz de aprender un poco de python?”, afirmó en referencia a la necesidad de alfabetización digital en este sector.

En la búsqueda de esta nueva concepción de las artes, The Age of Big Data, de Chris Anderson, ha sido una gran ayuda para impulsar esta visión. “Fue una llamada de atención. Nos impactó el mensaje de que había llegado la época de los datos. Da igual tus teorías porque las preguntas surgen del análisis de datos. A partir de allí se elaboran. Antes, las grandes conclusiones se basaban en datos muy pequeños”.

Dejando de lado la teoría, Suárez enseñó ejemplos concretos de cómo debe trabajar el humanista del siglo 21:

En Nueva York se han digitalizado 40.000 menús del siglo 18 al 21. ¿Te imaginas el valor que eso puede tener para los chefs de la ciudad? Revela hábitos históricos, la influencia de la inmigración sobre la comida, información histórica accesible desde una enorme base de datos.

“Biólogos marinos pueden saber qué veranos tuvieron muchas ostras y cuáles no. Un escritor puede averiguar lo que sus personajes comían en un restaurante típico de Nueva York en 1942. El chef Rich Torrisi dijo en un artículo, en The Globe and Mail, que este proyecto ha sido la principal inspiración para crear su nuevo restaurante”.

Suárez, por su parte, participa en un proyecto que está digitalizando toda lainformación sobre el barroco español. En algunas visualizaciones mostradas en su ponencia se pudo apreciar, por ejemplo, cómo la independencia de los países sudamericanos influyó en la creación de obras de arte en el siglo 18. “Se pasó de hacer mayoritariamente vírgenes a retratos de personas civiles. A través de los retratos se articuló la creación de la nueva sociedad civil”.

Detrás de esta iniciativa hay un esfuerzo de las instituciones canadienses para financiar este tipo de proyectos. “Saben que la diplomacia se puede hacer también a través de la cultura”.

¿Cómo se forma este nuevo perfil de humanista?

En la universidad de Western Ontario, el catedrático ha puesto en marcha un programapara formar a este nuevo perfil de humanista. En él, enseña nociones básicas de programación, emprendimiento digital y crítica práctica. “Estos cursos son perfectamente compatibles con cualquier tipo de carrera”.

“En vez de pedirles un ensayo, les digo que armen una base de datos o que hagan un trabajo multimedia”.

En la misma facultad han elaborado varios proyectos que dan un ejemplo sobre los aspectos que deben tratar los interesados en este campo. Algunos de ellos son:

Sylva Project, un sistema de base da datos para humanistas.

Yutzu, una herramienta de coleccción de materiales para la creación de paquetes multimedia.

El cambio ya se está produciendo. Los humanistas resistentes a ello no podrán mantenerse mucho más tiempo en su torre de marfil. Si no actúan, llegarán otros perfiles que tomarán su lugar. “Si ves la lista de firmantes en Culturomics, un proyecto que analiza las similitudes semánticas entre millones de libros digitalizados, solo uno de los participantes, el linguista Steven Pinker, es humanista. El proyecto está dominado por matemáticos y científicos”.